Cosas que he aprendido en el 2020

Antonio La Paralela
julio 22, 2020
Tiempo de lectura: 3 minutos

Recuerdo el pasado  31 de diciembre, justo antes de empezar la San Silvestre Vallecana en Madrid. 10 km para cerrar mi año con llave de oro. No me podía quejar, todo lo contrario: 2019 ha sido un año estupendo para mí. Profesional y personalmente. Nació mi sobrina, el amor más grande que no pensé sentir en la vida. Contenta con Per Purr y con nuestro super equipo. Toda la gente de mi alrededor sana. Me quedaban solo 10 km para terminarlo. Justo antes de empezar grabé un vídeo con una amiga muy querida: ¡nosotras podemos con todo! Vaya alegría contagiosa la de esa carrera que estaba por empezar.

Veía venir el 2020, 20-20, DOS MIL Y VEINTE. Este año tan lleno de brilli-brilli que yo y todos esperábamos. Este año tan esperanzado. Tan bonito de pronunciar. Este año tan “redondo” donde todo saldría aún mejor.

Pues a día de hoy, en medio de la casi “nueva normalidad” (me hace mucha gracia decir “nueva normalidad”). Si es normal, es lo normal.  Lo habitual, no es nuevo. Lo nuevo es novedoso, no normal. ¿Me seguís? 

1.He aprendido a gestionar mis expectativas. Esto “lo sabemos”, pero no.  Ahora estoy experimentando, en mi propia piel, lo que significa no cargar  todo de expectativas. Pues el todo, no lo controlamos nosotros.

 

 

2.Que por más que hagas planes, viene la vida y te los tira. Y en la teoría lo sabemos, pero yo al menos no me lo aplicaba. No sabía gestionar mi frustración cuando un plan tan bien elaborado no se cumplía. Hay que mantener el equilibrio entre los planes y lo inevitable que no controlamos. Si no, nos frustramos y la frustración genera disgustos y ansiedades.

3.Somos egoístas. En mayor o menor grado, pero esta característica forma parte del ser humano. Y es así, la ley de la selva. En la época de las cavernas se aplicaba; o sobrevivía tu tribu o lo hacía la del otro. Hoy esto ya no tiene sentido. O bien nos preocupamos por los demás, o nos pilla la desgracia a todos. Y así lo estamos viviendo.

4.Se puede vivir con menos. Me fijé en que, tras 79 días aislada del mundo, solo compré lo necesario. ¿Y sabéis qué? Lo esencial es muy poco. Me di cuenta de que para mí los inciensos son esenciales. 

5.Entendí que la flexibilidad es muy posible y sana. Sabiendo gestionarla y crear dentro de ella una rutina. ¿Quién dijo que la rutina no puede ser flexible?  Lo dijo Ford, que no vivió nuestra “nueva normalidad”.

6.Aprendí a no darme latigazos en los días que no puedo dar mi 100%. Y con todo: con el trabajo, con la familia y amigos, con la dieta, con los entrenamientos, con los whatsapps no contestados al minuto. Un día estaré al 100% y ¡fenomenal! Otro día al 50% o incluso al 20%, y ¡no pasa nada! Al día siguiente a lo mejor daré 120%. Y es así: ¡NO A LA CULPA!

 

 

7.Nunca me había planteado que un día agradecería tener libertad. Un derecho tan fundamental que casi olvidamos. Es tan natural el ir y venir que nos olvidamos de que un día te lo pueden prohibir. Y nos lo hicieron y con razón. Y lo bueno que he sacado de la situación es el valorar. No solo la libertad, sino todo lo que poseemos.

8.Aprender a agradecer a la gente que está a tu lado, de verdad, siempre y cuando lo necesitemos. Mi única manera de daros las gracias es estar ahí, por vosotros, cuando lo necesitéis. 

 

 

9.Me di cuenta de lo duro que es estar lejos de mi familia. Aunque antes lo supiera, se hizo más doloroso ahora, sabiendo que no podía verles. No podía pues estaba prohibido. PROHIBIDO ?.

10.Agradecer que a nadie cercano a mi le haya pillado el Covid-19 o alguna otra enfermedad grave. Valorar y CUIDAR mucho nuestra salud y la de la gente a quien queremos. Aunque no puedas cuidar a alguien que no conozcas, tienes la obligación de cuidarlos de alguna manera, sobre todo con respeto

 

Suscríbete y recibe un 10% de descuento en tu primer pedido
Subscription Form
cartmagnifiercrossmenuchevron-down linkedin facebook pinterest youtube rss twitter instagram facebook-blank rss-blank linkedin-blank pinterest youtube twitter instagram