¿Conoces a alguien, o mejor a alguna mujer que esté 100% contenta con su cuerpo? Probablemente no. ?
Y las que digan que lo están, seguro que quieren perder un kilito más.
Durante 25 de mis 31 años he sufrido por esto. Cuando digo “he sufrido” no significa que ya no sufra, sino que en los últimos tiempos he intentado entender la raíz de este triste descontentamiento. Sí, la chica de abajo soy yo. Con mi cuerpo tal como es.
Te cuento todo esto porque veo que sufrimos mucho pensando que si “tuviéramos el cuerpo perfecto seríamos más felices”, y lo peor, creemos que nuestro valor está en ello. Que nuestra vida sería más fácil y que tendríamos más éxito si reflejados en el espejo pudiéramos ver el cuerpo de la instagramer fitness del momento.
Sí, realmente hay que parar y reflexionar un poco. No podemos esperar ser feliz cuando logremos tener 2 o 10 kg menos. Hay que ser feliz ahora, cada momento cuenta, sin condicionarlo a una determinada forma corporal.
Y otra vez: ¡nuestro valor no se mide en tallas!
No te digo que comer sano y hacer ejercicio no sea importante.
Soy adicta a una vida saludable, como bastante sano y entreno unas cuantas veces a la semana. Hay que entender que tampoco la salud se mide en tallas. Que ni siempre una persona con 10 kg más de su “ideal” no es sana, y que no significa que una persona que tiene 10% de grasa corporal lo sea.
La gente suele ver un abdomen rajado y creer que la persona de la foto es el mejor ejemplar de salud y que su vida es perfecta.
Además de problemas físicos, esta brutal obsesión de estar en forma, también causa enfermedades psicológicas. Chicas y chicos cada vez más jóvenes haciendo dietas restrictivas y pasando horas en la cinta creyendo que la gente las va querer más y que sus vidas serán estupendas si entran en una talla 36.
¿Te compras las revistas que te dicen cómo perder 10 kg en un mes?
Pues adivina, esto no existe. Hay que cuidarse. Cuidarnos para no perder la cabeza con tantas dietas y alimentos de la moda.
Hay que comer comida.
Hay que moverse.
Hay que dormir y divertirse.
Hay que vivir sin creer que para “vivir” es necesario caber en un molde y que si cabemos ahí si la vida será estupenda. Tu vida ya es estupenda por la simple razón de despertarte cada día.
Intento recordar y repetirme eso cada día, pues es fácil olvidarse. Espero recordártelo también.