La higiene del cabello es un paso muy importante para tu belleza y salud. Aunque lavarse el cabello es una tarea sencilla que muchos lo hacen a diario, a veces algunos hábitos pueden ser dañinos sin que lo notes.
Conocer tu cabello es esencial para entender sus necesidades. En el caso de las enfermedades del cuero cabelludo, es importante consultar a un dermatólogo para que te pueda recomendar algo específico.
La temperatura del agua, la cantidad de champú y acondicionador, o la forma en que se elimina el exceso de agua después de la limpieza, pueden tener una influencia positiva o negativa en la apariencia y la salud del cabello.
La frecuencia con la que te lavas el cabello también puede influir. Las diferentes texturas de hilo influyen directamente en la cantidad de veces que debe ser lavado. Para algunos tipos, como los rizados o los grasientos, por ejemplo, no es recomendable lavarlos con tanta frecuencia.
Compartimos algunos consejos y técnicas de cómo lavar el cabello de manera eficaz, paso a paso, para que aproveches todos los nutrientes de los productos que utilizas:
Muy importante también en el proceso de cuidado del pelo es la hidratación, la nutrición y la reconstrucción. Por eso, aplicar una mascarilla capilar hidratante, al menos una vez a la semana, o también el famoso aceite de coco, suele ayudar a tener un cabello más sano, brillante y vivo.
Sabemos que no hay una forma universal de lavar el cabello. Es importante probar diferentes formas y productos para saber cuáles funcionan mejor. La necesidad de cada cabello puede ser diferente pero, en general, con este paso a paso y utilizando productos capilares con ingredientes de calidad, como los champús low poo, notarás el resultado.
Este texto fue escrito originalmente por Catarina Alves de la página 'Ellas Hablan'. Hemos decidido recopilarlo, pues en él se resumen todos los aspectos de la "caza a las brujas" de los ingredientes prohibidos de la cosmética actual. Queríamos hablar de una manera fácil y entendible. Para ver el post original pincha aquí.
El aumento de la demanda por cosméticos sin parabenos parece indicar un mayor conocimiento y atención a la salud del organismo. Sin embargo, son pocas las personas que saben explicar exactamente por qué quieren evitar estos ingredientes. La idea general que se ha establecido es de que son malos, pero ¿por qué son malos?
Te contamos todo sobre los parabenos, su mala fama y las razones que llevan a muchos expertos alertar sobre el riesgo de la búsqueda de alternativas de algunas marcas en un intento de aprovecharse de esta fiebre de marketing.
Los parabenos son un compuesto formado por ácido y alcohol a partir del ácido p-hidroxibenzoico. Existen diversos tipos de parabenos según su composición, y los más utilizados en la industria de la cosmética son el metil parabeno, propil parahidroxibenzoato y butilparabeno. A pesar de sus complicados nombres científicos, estos compuestos no son más que conservantes.
Son usualmente utilizados en productos de cuidado personal como jabones, cremas hidratantes y desodorantes, pudiendo también figurar en muchos productos de maquillaje.
Por su composición basada en ácidos y alcohol, los parabenos previenen el crecimiento y propagación de bacterias, microbios y hongos en estos productos, algo muy importante si pensamos que están usualmente en ambientes húmedos (como el baño) y entran muchas veces en contacto con gérmenes por el toque directo con la piel de nuestras manos. Su objetivo es simplemente el de aumentar el período de vida de estos productos, haciendo que sus propiedades y calidades se mantengan intactas por más tiempo.
A pesar de su amplio uso en la industria de la cosmética, los parabenos son hoy mal amados como resultado de varios estudios científicos que han levantado cuestiones en cuanto a su seguridad para la salud.
En 2004, fueron encontrados vestigios de parabenos en cánceres de la mama y, aunque no haya sido comprobado si estos fueron la causa, se empezaron a levantar las primeras voces contra su uso.
La Unión Europea ha declarado la seguridad de los parabenos etil p-hidroxibenzoato y metil parabeno en 2008, pero ha también reconocido que los propil parahidroxibenzoato y butilparabeno necesitan todavía más estudio en cuanto a posibles efectos secundarios que puedan generar. En 2015 la UE introdujo una regulación obligando a la reducción del uso y cantidades de propil parahidroxibenzoato y butilparabeno en productos de cosmética, como cremas hidratantes, destinados a niños menores de 3 años.
La conclusión general de todos los estudios sobre parabenos es de que sí, pueden tener contraindicaciones y es necesario estudios más detallados, particularmente en cuanto a su posible papel en el desarrollo del cáncer. Sin embargo, son también los conservantes más controlados en la industria de la cosmética y los investigadores alertan sobre el peligro de estar usando su mala fama como una estrategia de marketing.
Aunque sean a favor de alternativas más seguras y naturales, temen que las marcas empiecen a utilizar el rótulo de sin parabenos para atraer a más consumidores, cambiándolos por otros tipos de conservante menos estudiados y con consecuencias posiblemente más nefastas para el organismo.
La utilización de cosméticos sin parabenos o no es una cuestión de preferencia personal.
En el caso de que no te importe seguir utilizando productos de cosmética con parabenos, los expertos recomiendan evitar aquellos con propil parahidroxibenzoato y butilparabeno y preferir el etil parabeno y el metil parabeno, ya que estos últimos están más estudiados en cuanto a sus consecuencias y están considerados como seguros.
Los cosméticos sin parabenos suelen afirmarlo ya sea utilizando un logo para el efecto o con una pequeña frase en sus rótulos. Sin embargo, no existe ninguna legislación que obligue a esta indicación.
Si la fórmula contiene parabenos, estos deben estar indicados en la lista de ingredientes del producto. Busca en esta lista por nombres como:
En Per Purr utilizamos otro conservante. Uno derivado del aceite de coco. No porque odiamos los parabenos, sino porque es una materia prima de altísima calidad, que además de conservar nuestros productos, también les dá un extra de emoliencia para piel y cabello.
No pierdes solo los típicos 100 cabellos diarios. Hay mechones de pelo en el cepillo cuando te cepillas, en la almohada cuando te levantas y, sobre todo, todos los días en la ducha.
Seguro que no te has fijado ni en qué época del año te suele ocurrir. Algunas personas tienen estas pérdidas de manera esporádica, pero es muy probable que a muchos os pase a finales del verano, cuando comienza el otoño.
Si este verano lucías pelazo y ahora tu cabello se está cayendo y perdiendo brillo, no te preocupes, es bastante común. El cabello también tiene ciclos y se prepara para el invierno, más o menos como los árboles.
En primavera resurge todo otra vez. Tu pelo crece con más fuerza, incluso está un pelín indomable y en verano te encanta tu melena, ya que está en todo su esplendor.
Si este es tu caso, y crees que coincide con los datos que te hemos indicado, toma nota. Si crees que esa caída puede deberse a un trastorno hormonal, te pedimos que visites a un especialista; te hará las pruebas pertinentes y un diagnóstico 100% fiable.
Existen suplementos que te van a ayudar con tu problema, a prevenir y curar. Puedes probar algún tipo de nutricosmético que incluya vitaminas y minerales esenciales para el mantenimiento del cabello.
Si no eres muy fan de los suplementos, hay tratamientos tópicos tanto en salones de belleza como para su aplicación en casa.
Un tratamiento que funciona muy bien, y es fácil de usar, es mezclar una cucharada de aceite de coco virgen con una cucharada sopera de aceite de oliva virgen y 10 gotas de aceite esencial de romero. Aplicar en el cuero cabelludo, masajear y dejar actuar media hora, preferentemente con una toalla húmeda y caliente. Aclarar y lavar como de costumbre. Repetir una vez a la semana.
Para un buen mantenimiento del cabello te recomendamos nuestra línea capilar, libre de sulfatos, parabenos, siliconas y aceites minerales. Rica en aceites vegetales, esenciales, y aminoácidos.
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