Se dice que cuando hay amor una persona resplandece. Entonces ¿por qué no hacer que nuestra piel resplandezca?
Tal vez te estés preguntando -¿Por qué la piel?- y la verdad es que la respuesta es muy sencilla. La piel no es únicamente el órgano más grande de tu cuerpo. Es la parte que más exponemos hacia el exterior y por ello se convierte también en un elemento fundamental de nuestra identidad.
¿Cuál es la auténtica belleza del mundo?
Nosotros diríamos que la diversidad de sus formas, colores y texturas. Si viviésemos en un universo monocromo, lineal y repleto de clones directamente no seríamos personas. Sería imposible aguantar algo así, pues las personas se aburren ante la monotonía, al mismo tiempo que se estanca el pensamiento y la productividad.
Por algo las corrientes artísticas, la música, el diseño, la arquitectura o la moda son cambiantes; a la par que conviven unas entre otras. Porque la mejor opción es siempre que no exista una sola opción.
¿Por qué queremos que nuestra piel sea la misma que la de los modelos de las revistas? ¿Por qué tenemos que tener el aspecto que ha creado el retoque fotográfico?
La opción que cada persona escoja es maravillosa, pero que siempre sea por decisión propia y no por imposición. Al enamorarnos nos olvidamos un poco de las opiniones externas, sobre todo con nuestra relación, por eso debes amar tu piel y no pensar en lo que otras personas puedan decir de ella.
La piel, compuesta por dos capas y una masa subcutánea, no es inalterable ni estable. Cada una de las capas tiene una función distinta, por lo que tampoco existe un modelo único y siempre está en constante cambio.
En realidad, aunque no lo sepamos, desde que nacemos lo hacemos con unas características en la piel que irán asomando con el paso del tiempo, o incluso evolucionarán según los factores ambientales de nuestro entorno.
Cuando nos vestimos queremos marcar un estilo que identificamos con nuestra personalidad. Pues bien, ese cuero que cubre tu cuerpo es imprescindible para saber quién eres. Si intentas ocultarlo también estás escondiendo tu persona.
Eres tú quien decide que su piel sea como una cárcel u otro punto más de vida y energía. Igual que nadie puede prohibir que alces la voz para expresar lo que piensas, nadie puede prohibir tu cuerpo (si quieren juzgar ya es su problema).
Porque a través de tu piel también puedes decir quién eres.
Tu piel es tu identidad, no importan sus diferencias ni transformaciones. Lo importante es que te sientas a gusto con ella, que sepas que eres alguien y quién es ese alguien. ¡Que al final la vida es una suma de esos "álguienes" y de sus acciones!
"Olvídate del mundo. Piensa solamente en lo que llevas piel adentro y sabrás qué dulce y qué sabroso es, de pronto, vivir"
Jorge Debravo
Cicatrices, estrías, lunares, dilataciones, celulitis, manchas, cambios de pigmentación, rojeces, asperezas. No importa que aquello que define tu piel sea una huella de la vida o venga de serie.
No importa que sufras alguna enfermedad genética o una afección ambiental. Lo importante es que sepas que esa piel eres tú y que, con sus mayores o menores complicaciones, sientas orgullo de ella.
Son las incertidumbres, las inseguridades y las dudas las que hacen que nos desubiquemos y perdamos las ganas de ser quienes somos.
Para descubrir cuál es tu tipo de piel, lo primero es entender cómo está formada.
La piel es un órgano organizado por muchas capas de células que crean la primera barrera de defensa contra la pérdida de agua y factores externos como los microorganismos, además de la termorregulación.
Está compuesta por dos capas principales:
Actualmente son reconocidos 4 tipos de piel: normal, seca, grasa y mixta. Estas categorizaciones están basadas en distintos factores, como el tamaño de los poros, genética, hormonas, producción de sebo, exposición a factores externos, medicamentos y estrés.
La piel normal es homeostática, que básicamente quiere decir que está equilibrada en su protección, regulación de la temperatura, sensaciones, balance hídrico, síntesis de vitaminas, hormonas y absorción de nutrientes.
El control del volumen de sebo producido es fundamental para entender cómo funciona la piel. El sebo es un aceite natural producido de manera constante por las glándulas sebáceas que lo llevan a la superficie de la piel, su función es la de lubricar y proteger. Las glándulas sebáceas pueden ser y estar normales, hiperactivas (producir sebo en exceso) o hipoactivas (producir poco sebo). De esta manera, los poros más grandes están asociados a glándulas sebáceas más activas y los más pequeños a glándulas menos activas.
Siempre nos encontramos con la cuestión ‘genética vs cuidado’. El equilibrio de una piel sana y bonita es un factor subjetivo, porque puede cambiar debido a factores internos y externos. Un claro ejemplo es que con la edad la piel normal tiende a resecarse.
La piel normal sería la ideal, con mucha elasticidad, suavidad, poca sensibilidad, poros pequeños, con una buena textura y apariencia uniforme. Logrando un equilibrio entre sebo y humedad, ni muy grasa y ni muy seca, como su categoría indica, normal.
La piel grasa tiene más brillo, poros dilatados, puntos negros y más tendencia al acné. Este tipo de piel tiene más tendencia a la seborrea. Estas señales se dan por glándulas sebáceas demasiado activas que producen un exceso de sebo, que obstruye los poros, aumentando la proliferación de bacterias y provocando imperfecciones en la piel.
La causa del exceso de grasa está relacionada con el aumento de los niveles hormonales, como en la pubertad, así como durante algunas partes del ciclo menstrual de las mujeres, embarazo y la menopausia, ya que las glándulas sebáceas se vuelven más activas durante estos tiempos. También el estrés, ciertos medicamentos como los esteroides y maquillajes que obstruyen los poros.
La piel mixta suele ser la más común, es una combinación de dos tipos de piel, la seca y la grasa. Las glándulas productoras de sebo están más concentradas en la parte central de la cara, frente, nariz y mentón, así que los poros en estas áreas se ven más grandes. Las mejillas y la piel alrededor de los ojos suelen estar más secas que el resto de la cara, debido a la deficiencia de lípidos en esta área.
La grasa se queda atrapada en los poros en la parte central, se mezcla con las células muertas de la piel y otros desechos, causando un tapón. En contacto con el aire causa un punto negro y, cuando se queda cerrado, forma un punto blanco.
La piel seca es un tipo de piel que produce menos sebo, tiene una textura áspera, poros pequeños, propensa a irritación, enrojecimiento y picazón.
A medida que envejecemos la piel tiende a volverse más seca y más frágil, porque la producción del aceite natural de la piel disminuye inevitablemente con la edad. Las mujeres tienen mucha más predisposición a la piel seca que los hombres.
La piel seca es una condición incómoda que ocurre por una variedad de razones. Es posible tener la piel naturalmente seca, pero los factores externos son en muchas ocasiones, la clave en esta condición. El clima extremo (demasiado calor o demasiado frío) extrae la humedad de la piel dejándola más seca y agrietada. Los jabones y detergentes muy astringentes, el sobre lavado y el agua muy caliente deterioran la barrera lipídica de la piel, el escudo que protege contra los factores externos y que retiene la humedad.